Menos mal que la tengo pegada

Hoy es de esos días en los que, al llegar al subte, en lugar de la tarjeta saco la llave de mi casa y miro al molinete con cara de nada; esos días en los que me subo al colectivo que va para el otro lado; esos días en los que me olvido de llamar a quien sea sin importar lo importante que fuera; esos días en los que una puerta de vidrio puede convertirse en mi peor enemigo; esos días en los que, al llegar a mi casa, lo primero que hago es ir a ver si no dejé la cabeza sobre la almohada.

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