El gato con botas

Es cierto que en mi casa nunca hubo mascotas muy inteligentes que digamos, pero últimamente se están cruzando ciertos límites que no creía posibles en el reino animal.

Cuando uno es chico, esas cosas importan muy poco, más si no tenemos en cuenta a la tortuga que comía fideos y mordía los pies, o a la perra que jugaba con los extraños que se metían en la casa cuando no había nadie.

Actualmente la reina de la torpeza es una gata obesa y de raza incierta que, a su bizcocha visión y a sus uñas que crecen en forma desmedida, tenemos que agregarle una mala puntería congénita. ¿Y qué significa esto? Sencillo: cuando la minina va al baño a hacer sus necesidades, o, dicho de otro modo, cuando va a cagar, no le emboca a la cajita con las piedras y larga el "soretito" en el piso. Y como no ve ni a un elefante a dos pasos, porque con cada ojo mira para donde quiere, cuando se da vuelta pisa el regalito y lo desparrama por toda la casa.

... en realidad hace juego con la familia, pero bueno...

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