(Cine) El Hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos


Al fin pude ver esta tercera parte de El Hobbit... y me arrepiento profundamente. No quiero ser de esos trolls que abundan por Internet dando la contra a todo el mundo, nunca fue ni va a ser mi intención, pero la verdad es que no estoy de acuerdo para nada con todo que leí hasta ahora. 

La película me pareció mala desde todo punto de vista, así que resumo mi indignación en algunos puntos que, aunque muchos aceptaron con bastante liviandad, a mi me resultaron vergonzosos: 

Légolas: Uno de mis preferidos en El señor de los anillos, pero su participación en el Hobbit no calza por ningún lado por más vueltas que le quieran dar. Lo peor es que Orlando Bloom se terminó creyendo el personaje.

Elfa inventada: ¿No había suficientes personajes?, ¿era necesario inventar uno más y para colmo forzar un romance entre un Elfo y un enano?

El Alfrid de Ryan Gage en modo jar jar binks insoportable. Repite el mismo gag hasta el hartazgo: el cobarde que escapa primero y hace todo mal. Incluso una de sus reiterativas payasadas ocurre en la escena inmediata posterior a la “trágica” muerte de un personaje importante. ¿Era necesario? Ni el guión se toma en serio a sí mismo.

El Thorin de Richard Armitage, para muchos lo mejor de la película. Si tenemos en cuenta que el listón estaba por los suelos, entonces sí, acepto que fue lo mejor de la película. No discuto la actuación de Armitage, es excelente, ¿pero a nadie más le chirrió la epifanía que lo hace entrar en razón? Ocurre porque sí, como todo en la película. Ocurre en el momento justo y sin razones, simplemente porque estaba escrito en el guión.

El Gandalf de Ian McKellen. Hace ya 14 años, cuando supe que Ian McKellen iba a interpretar a Gandalf, por poco y me muero de la emoción. En El señor de los anillos brilla de principio y fin y se roba la película. Una lástima que no haya participado de esta tercera entrega. Porque no, no participó. Hay un “Gandalf” en esta película, pero no sé quién es. Tal vez Gandalf tenía un hermano medio bobo que Tolkien prefirió mantener oculto, pero Peter Jackson vino y lo sacó a la luz. Otro gran logro del director: arruinar incluso al mejor personaje de la historia.

Efectos especiales: En El señor de los anillos llevaron los CGI a límites desconocidos e, incluso hoy, difíciles de superar. En El Hobbit hay demasiadas escenas vergonzosamente chapuceras, pero particularmente me sacó de las casillas “esa” escena en dónde Légolas va saltando sobre piedras que se derrumban al vacío. Los Elfos son hábiles, muy hábiles, increíblemente hábiles… pero no levitan. Por favor, que alguien le avise a Jackson. Está claro que no lo entendió… o no le importó, ya estaba en plan “hago lo que tengo ganas, Tolkien era demasiado tibio”.

El guión: El guión de la película termina a los 20 minutos, antes del título, cuando muere el dragón. Entonces dijeron: pero nos sobró un montón de dinero y horas de metraje, ¿ahora qué hacemos? Supongo que Jackson estaba sentado en el fondo, mirando Superman o el Batman de los 60 y dijo algo así como: “Yo tengo una idea”. 

Por favor, espero que nadie se ofenda (salvo que alguno de ustedes sea Peter Jackson, en ese caso sí, ¡espero que se ofenda!) Tal vez debería haber esperado que se me pase la indignación para comentar, pero no creo que se me pase nunca. 

Una buena: la escena donde Galadriel enfrenta a Saurón en Dol Guldur, una escena corta y mal filmada (y mucho peor editada). Seguramente Jackson la incluyó porque alguien se lo dijo, sin entender la importancia. No existe en el Silmarillion de esa forma, pero entre tantos inventos, sobresale por lo acertado. En esa escena podemos ver dos cosas únicas: Saurón corpóreo por primera vez, y Galadriel haciendo uso del poder de Nenya, uno de los tres anillos de los Elfos, para doblegar, desdibujar, condenar y desterrar al siervo de Morgoth. Nada más que por esa escena valió la pena pagar la entrada… de las tres películas.

Calificación final: 1 Homeros 


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